"ESCRIBIR SALE DEL ALMA"
Gabriel García Márquez".

"África es uno de los continentes más ricos del mundo en recursos minerales,  pero tiene a la gente más pobre del mundo". Y la más explotada, también. 
Southern Africa Resource Watch (SARW)

martes, 25 de diciembre de 2007

Mi familia en Mozambique... Natal moçambicano


Hoy es 25 de diciembre... día de Navidad y puedo decir que estoy feliz de poder compartir estos momentos con las personas que más quiero: mi madre y mi hermana. Después de doce horas de viaje el sábado llegaron a tierras africanas.
Primera parada: Maputo... estos días les he estado enseñando la ciudad, como buena anfitriona las llevo, las traigo y les muestro lo "bonito" y lo "no tan bonito" que hay aquí. Pero es importante no quedarse sólo en la parte turística... hay que verlo TODO.
Desde la zona de la baixa con su Fortaleza, el Mercado Central, la Estación Central (donde se grabó la película de "Diamantes de Sangre") hasta la zona de Costa do Sol (todo lo contrario que la conocida "Costa del Sol española"...nada más lejos de la realidad...) con sus barracas, el pueblo llano con su música en los coches a todo volumen, los vendedores callejeros de batiks, los niños "vigilantes de coches", las mamas moçambicanas con sus peques a la espalda y los pescadores de la playa con sus peixes recién sacados del mar y como no... mucha música marrabenta y pasada de fondo.

Hoy además nos reunimos en casa de mis amigos Tatiana y Alberto de Médicos Sin Fronteras y nos juntamos allí gente de todas partes del mundo: Bélgica, Grecia, Holanda, Italia, Perú, Alemania, Georgia, Rusia, Mozambique y por supuesto España.
Ha sido precioso poder compartir este día con "desconocidos" que al final de la tarde dejaron de serlo.
Una Navidad Moçambicana con un toque internacional. Cada uno aportó un plato o lo que podía. En nuestro menú Navideño tuvimos de todo. Desde un un plato georgiano de nombre impronunciable pero que estaba buenísimo, pasando por arroz y patatas, pan de ajo, una salsa de mango deliciosa, pinchos de pollo, pescado y camarão sin faltar por supuesto... la tortillita de patatas y turrón (que mi madre trajo de España).

Los padres de mi amiga Lucía (la Lectora de Español de la Universidad Eduardo Mondlane) aportaron de su Galicia natal AGUARDIANTE casero que tomamos con el café. Benito (el padre de Lucía) fue ofreciendo chupitos a todos los que estábamos allí y según la "nacionalidad" les "explicaba" lo que era el aguardiante para que lo probaran. A los rusos les decía que era "vodka", a los holandeses y alemanes "wisky"... y así según el país iba "personalizando" el tan preciado licor.
Por cierto, mi hermana se encargó de los postres y entre el bizcocho de chocolate y banana, una tarta de yogurt con guayaba y una gelatina de papaya nos dejó a todos impresionados. Yo la primera... si es que no es porque sea mi hermana pero tengo "una pedazo de hermana"...
Tampoco faltó un pequeño árbol de Navidad de plástico que Elise (una holandesa) consiguió en una tienda de chinos (aquí en Maputo hay una especie de "Todo a 100"). Nuestro pequeño árbol tenía hasta una campanita y un par de estrellas hechas de alambre.

Así que después de esta celebración de Navidad (entre cocoteros y árboles de mango que no tiene nada que envidar a cualquier otra celebración en cualquier otra parte del mundo occidental y desarrollado) no puedo pedirle y agradecerle más a la vida en estos momentos. Porque lo pasamos genial.
Han sido unas Navidades especiales y maravillosas. Estoy feliz de vivir este Natal Moçambicano...
FELICES FIESTAS PARA TODOS


*
Tatiana y Alberto: ya lo sabéis, os lo he dicho en casa y repetido y requete repetido... pero MIL GRäCIäS. Un día inolvidable. Habéis sido unos anfitriones estupendos.... Tati... que veo que me vas a hacer la competencia como "organizadora de fiestas".... je,je,je...
Y a tí Gina... que te puedo decir que no sepas. Como siempre has hecho unos postres que nos has dejado a todos con la boca abierta... "me dejaste en buen lugar" ji, ji, ji... es broma. Estos meses aquí he hechado de menos tus comidas, tus postres y sobre todo a tí hermanita.
Sigamos disfrutando del momento. ¡¡CARPE DIEM!!*

domingo, 9 de diciembre de 2007

Destino Tambuzi y acabamos en Pemba

Llevaba varias semanas preparando esta escapada aprovechando el puente...por fín iba a poder conocer una pequeña isla perdida en el medio del Océano Indico llamada Tambuzi Island. El viaje parecía sencillo: Avión de Maputo a Pemba (cuatro horas de viaje parando en Beira y Nampula antes de llegar a Pemba), en el aeropuerto un motorista (un conductor) nos llevaría rumbo al norte hasta llegar a Mocimboa da Praia (un pueblecito pesquero) durante cinco horas por carreteras moçambicanas y de allí en dhow (una especie de barco de vela) hasta llegar a la isla paradisiaca.

Pero esta aventura dio un giro de 180 grados y lo que pretendía ser una aventura hacia una maravillosa isla paradisiaca acabó convirtiéndose en "viaje a Pemba".
Cualquier persona que haya viajado alguna vez por África... o en este caso por Moçambique sabe de lo que hablo. Aquí no se pueden hacer planes... porque los planes al final NUNCA FUNCIONAN... y lo que hoy es blanco, mañana es azul y pasado es verde...

Nuestro viaje comenzó el miércoles, a las seis de la mañana había quedado con mis amigas y compañeras de viaje Tatiana y Odette. Nuestro vuelo salía a las siete y media debíamos estar en pronto en el aeropuerto. Llegamos en diez minutos desde mi casa y nada hacía presagiar lo que vendría después. Facturamos y embarcamos sin problemas (previo pago de las tasas de viaje) y nuestra primera parada fue Beira (si, el avión es como un autobús, hace paradas en otras ciudades para recoger/bajar pasajeros).

Nos hicieron salir a todos del avión, esperar veinte minutos y volver a embarcar. A todo esto imaginaros a todos los pasajeros caminando por la pista tan normales (si, aquí el pasajero camina del avión hasta las salas del aeropuerto atravesando como no la pista de aterrizaje).
Subimos otra vez y yo tenía a un señor muy pesado que no dejaba de preguntarme que "a dónde iba, qué hacía, en qué trabajaba, si estaba de vacaciones, cómo me llamaba... " y aunque no le contestaba y me hacía la dormida para no hablar con él, este hombre seguía insistiendo. Mis amigas se reían... claro... ellas no tenían al ¡"abuelete" dando la lata! El caso es que después de aguantar las cuatro horas de viaje con la conversación sin sentido del "abuelete moçambicano", saliendo y entrando del avión y atravesando las distintas pistas de aterrizaje de los aeropuertos de Maputo, Beira y Nampula por fín llegamos a nuestro primer destino: Pemba

Nada más salir del avión y como no, atravesar la pista hasta llegar a la sala de equipajes bajo un calor que no os podéis imaginar (peor que en Maputo) recibo un sms del motorista que nos iba a llevar para decirnos que no viene... le llamo y le pregunto que si va a venir más tarde y resulta que el hombre nos dá plantón, no viene... imaginaros nuestra cara, tiradas en el aeropuerto de Pemba, en una ciudad desconocida y que no pretendíamos visitar. ¿¿Cómo íbamos a llegar a nuestro segundo destino?? En Mocimboa estaba todo preparado y estaban a la espera de nuestra llegada.

En seguida me puse a llamar a todo el mundo que conocía y afortunadamente en Pemba tengo buenos amigos que en seguida respondieron. Pero todos decían lo mismo... para ir a Mocimboa o vas en coche privado o en el único machimombo (una especie de autobus algo más grande que las famosas chapas que se utilizan aquí como transporte público) que sale de madrugada. Sólo salen una vez al día y si queríamos cogerlo debíamos esperar hasta el día siguiente para apanhar los billetes del machimbombo.
Buscar un motorista a esas horas era ya imposible. Nadie conocía a nadie y en la única agencia de viajes de Pemba nos cobraban 400 dólares sólo por llegar allí... una pasta contando que por 200 meticais (unos seis euros) el machimbombo nos llevaba a nuestro siguiente destino. Buscar otro dhown o barco de pescadores que luego nos llevara a la isla (ya habíamos perdido el que nos habían organizado) y en fin... improvisar sobre la marcha fue una prueba de paciencia, control de nervios y templanza.
Fanou y Viola nos "adoptaron" esa noche en su casa. Esta pareja de amigos que trabajan para Médicos del Mundo en unos proyectos de HIV/SIDA fueron nuestros ángeles de la guarda. Nos dejaron las llaves de su casa y nosotras esa tarde decidimos aprovechar para disfrutar de la playa. Pemba es famosa por su bahía (está entre las tres mejores del mundo) y también por su famosa playa: Wimbe. No podíamos hacer nada y decidimos ver el lado positivo de todo, aunque perdiéramos un día todavía podíamos viajar al día siguiente.
A la madrugada siguiente estábamos en pie a las tres de la mañana... a las cuatro salía nuestro machibombo a Mocimboa da Praia y no podíamos permitirnos el lujo de perder un día más. Álvaro, nuestro anfritión de la isla ya había organizado otro barco que nos llevara cuando llegáramos a este pequeño pueblo pesquero.

El caso es que después de cuatro horas de viaje, entre todo tipo de olores, gente y paisajes nuestro machibombo decidió "morir" en medio en una aldea perdida del Moçambique más profundo... era como una película. Nos quedamos tiradas en el medio de la nada. Cuando digo "medio de la nada" me refiero en el "medio de la nada"...no había nada de nada, ni agua, ni puestecillos callejeros (ya no digo tiendas porque eso ya es un lujo aquí en África), ni vendedores ambulantes, ni electricidad, el móvil no tenía cobertura... así que ahí estábamos nosotras y las cuarenta personas más que viajaban el el machibombo, debajo de uno de los pocos árboles que había haciendo sombra y a la espera de que desde Pemba llegara el mecánico de urgencia.

Durante todo el tiempo que estuvimos tirados nos alimentamos a base de mangos (lo único que pudimos conseguir) y yo volví a poner en práctica mis "respiraciones yóguicas" porque era una situación subrealista. No podía creer lo que estaba pasando... a todo esto nosotras éramos la "atracción" de las gentes del lugar... no todos los días se queda tirada un machibombo con tres locas viajeras adictas a los mangos. Porque para seguir en mi línea de buen rollo y positivismos, había que tratar de sacar lo bueno de la situación. Los mangos estaban buenísimosssssss.


Los minutos pasaban y se convertían en horas y el mecánico no aparecía... cuando le preguntábamos al conductor del machibombo, nos respondía sin prisa y con calma que "ya había llamado" y que ya el mecánico de urgencia que venía desde Pemba ya estaba de camino... pero aquí el tiempo como ya he mencionado en otras historias de este blog tiene otro sentido.

Y las horas seguían pasando y nosotras seguíamos tiradas sin poder hacer nada... El tiempo se nos echaba encima. Ya era jueves y desde donde estábamos (ni siquiera tenía nombre la aldea) nos quedaban siete horas hasta llegar a Mocimboa. Eso siginificaba que hasta el viernes en la madrugadano estaríamos llegando a Tambuzi pero el mismo viernes por la noche tendríamos que coger otro barco/dhow de vuelta a Mocimboa para coger el sábado a la madrugada otro machibombo para volver a Pemba. El domingo a medio día cogíamos el avión a Maputo.... demasiado complicado... Y por votación popular y democrática entre mis amigas y yo decidimos muy, muy, muy a mi pesar volver para Pemba.

Tanto mis amigas como yo no nos podíamos permitir el lujo de perder el vuelvo el domingo... porque si llevábamos dos días para viajar... no queríamos imaginar cómo sería la vuelta... y más con el tiempo tan justo con el que contábamos... y creo que la razón del "tiempo" pesó más que otra cosa... "donhos do tempo" (¿verdad Álvaro?... yo después de esto he decidido no usar reloj nunca mais en estos lugares).

La gente del autobús no entendía lo que estábamos haciendo... "que é o que pasa mamá?" me preguntaban (aquí es bastante común que los moçambicanos se dirijan a la persona con la que hablan llamándola papá o mamá según sea hombre o mujer). Después de la larga espera llegó el mecánico. Le preguntamos si nos podía dar boleia (si nos podía llevar en su coche) hasta Pemba y se negó. Así que hablamos con el conductor que nos llevaba a Mocimboa para que parara el primer machibombo en sentido contrario que volviera para a la ciudad. Y así lo hizo. Después de dejar la "aldea perdida" y seguir por la vieja carretera en dirección Mocimboa el conductor del machibombo paró otra vez en el medio de la nada a otro machibombo e hicimos "el cambiazo" (estas cosas sólo pasan por estas tierras!).


Así que ahí estábamos las tres despidiéndonos de medio "autobús" y dando la vuelta para la pequeña ciudad de Pemba. La siguiente cuestión era otra: ¿y ahora qué hacemos? sin conocer la ciudad y como única referencia Fanou y Viola volví a llamarles en cuanto tuve cobertura y pedirles que nos "adoptaran" en su casa hasta el domingo, porque nos quedaban dos días más antes de volver a Maputo.
Como era de esperar, nos aceptaron encantados y nosotras decididimos coger la guía que teníamos y tratar de sacar el mejor partido a la situación.
Aquella noche ya teníamos planeado lo que íbamos a hacer y al final nuestra aventura por tierras del norte no fue tan catastrófica como parecía que iba a acabar. Para empezar no nos volvimos a quedar tiradas en ninguna carretara, no tuvimos que volver a recurrir a ningún tipo de transporte público local (ni chapas ni machibombos), nos hicimos amigas de un taxista (llamado Alegre) que nos llevó y nos trajo cuando Fanou y Viola no podían darnos boleia y sobre todo teníamos un techo donde dormir esos días.

Después sólo fueron cosas buenas, hicimos buceo (buceo de verdad, con los trajes de neopreno, las botellas de oxígeno) con el viejo Peter. Un sudafricano que lleva 16 años en Pemba y más de cincuenta en el mundo del buceo. Le conocimos en la playa de Wimbe y fue genial. La sensación de estar en pleno fondo viendo todo tipo de peces de colores, estrellas de mar, corales y demás bichos acuáticos es indescriptible. Pasamos el día en esta playa, tomando zumos de piña natural con alguna caipirinha que otra entre medias. Comidas y cenas en el Nautilus, el 556, Dolphin Wimbe... visitas a mercadillos como el de Nitite y lo mejor de todo vino el sábado por la tarde porque Fanou y Viola tenían organizada una acampada en la playa.

El lugar era un pueblo perdido de la costa llamado Murrabué. Fue increíble. Una playa solitaria, bajo un cielo estrellado maravilloso que parecía pintado a mano, nuestras tiendas de campañas, el océando índico de fondo y nosotras disfrutando del momento. Y el domingo por la mañana estábamos de vuelta en casa de mis amigos listas para coger el avión de vuelta a casa.
La pena con la que me quedé (aunque disfruté de Pemba, mis amigos, de la playa y la acampada) es no haber podido llegar a lo que era nuestro destino de verdad... Tambuzi Island. Después de recorrer 3000 km de avión fue algo frustante pero si me pongo a filosofar sobre la situación:
Si se complicó todo, quizás no era el momento de ir... pero eso no significa que no vuelva a intentarlo. Esta vez con más tiempo y sin prisas. Así que como dije, a partir de ahora yo ya no uso reloj (excepto para ocasiones concretas) y siempre seguiré viendo lo bueno y positivo que me enseña la vida... sobre todo por estas tierras.


*Y a ese chico maravilloso y aventurero que se lo curró para que pudiéramos ir:
Mil gräcias por todo, sé que lo tenías todo preparado para nuestra llegada pero no pudo ser esta vez. Seguro que hacer buceo en el océano índico con el viejo Peter no es lo mismo que hacer buceo contigo... seguro que la langosta que tenías preparada estaba mucho mejor que los "peixes bola" que comimos en Wimbe... seguro que las estrellas que se ven en Murrebué no son las mismas que desde Tambuzi... seguro que el vino y el ron no saben igual en tierra firme que en una isla como la tuya... en definitiva...como te dije, me quedo con las ganas de conocer Tambuzi. Tú y yo somos igual de positivos, locos aventureros y vemos la vida de forma muy parecida. Esta vez no fue, pero estoy segura que la próxima vez sí que será... ¿¿si todavía está en pie la invitación...?? De todas maneras como ya te dije... sigo en Maputo.*

lunes, 3 de diciembre de 2007

Swazilandia: un pequeño reino por descubrir

Swazilandia es un diminuto país (uno de los más pequeños del continente) sin salida al mar en el sur de África situado entre Sudáfrica al oeste y Mozambique al este. Recibe su nombre de la tribu Swazi, una etnia Bantú. Para comunicarse allí en cualquiera de sus lenguas oficiales: swazi e inglés (aunque también hay minorías étnicas que hablan sus propias lenguas).
Desde Maputo en coche se tardan tres horas (si no hay mucho lío en la frontera) y la carretera está bien (bueno, no se puede comparar con las grandes carreteras occidentales pero para lo que es África… la carretera está muy bien).

Para variar este viaje no estaba programado… más que nada porque la idea era ir a la ciudad sudafricana de Nelspruit en busca de “una cámara de fotos” pero en el último momento los planes cambiaron (para variar) y entre volver a la “civilización de los grandes centros comerciales” y viajar en busca de aventura al pequeño reino de Swazilandia… pues preferimos la aventura y Swazi.

El viaje de “las supremas” como rebautizamos al viaje fue una pequeña escapada a este país vecino, tan cerca y también tan desconocido.

Así que Tatiana, Odette y yo madrugamos el sábado muy temprano y sin saber a dónde llegar y con sólo una guía de Lonely Planet y un viejo periódico swazilandes como referencia nos pusimos en camino. Lo más fácil era visitar alguno de los parques que estuvieran cerca de la frontera y una vez elegido buscar alojamiento.

Llegar fue fácil, incluso pasar la frontera que sorprendentemente no estaba llena de gente. Un par de sellos en nuestros pasaportes, “pago de tasas de importación del vehículo” (esto todavía no lo entiendo… si sólo íbamos a estar dos días allí pero la burocracia es la burocracia) y la correspondiente inspección del maletero (la verdad es que no sé que esperaban que lleváramos…) hacían más cercano nuestro destino.

En cuanto localizamos el la reserva a la que íbamos a ir “Hlane” nos pusimos manos a la obra en busca de alojamiento. Dentro del parque era caro, así que cogimos carretera y junto con nuestra maravillosa guía (mejor dicho, la maravillosa guía de Odette) nos pusimos a buscar por las poblaciones cercanas. Realmente Swazi es pequeño y aunque las distancias en el mapa parecen largas luego en realidad las distancias son cortas. Al final acabamos en un pequeño hotel cerca de Hlane. Dejamos las mochilas allí y nos fuimos a la reserva. De todas maneras los animales en Swazi campan a sus anchas. No es raro ver en plena carretera (además de vacas) impalas o ñus que se atraviesan como si nada. De hecho hay una señal de tráfico que advierte del peligro de que pasen estos animales.

Casi tres horas en pleno matto en un todoterreno especial que tenían los del parque para ver en vivo y en directo rinocerontes, antílopes, leones, tortugas, elefantes y hasta escarabajos peloteros.

Pero todo esto a menos de un metro… si es que yo sólo había visto animales salvajes en el zoo o en la televisión… y nunca tan cerca.

La sensación de adrenalina que sientes por el cuerpo cuando de repente el guía para el todoterreno y te empieza a señalar al grupo de rinocerontes o leones es emocionante… y los ves ahí en plena naturaleza y tú estás siendo testigo de todo. Y lo mejor es cuando tienes la oportunidad de bajar del vehículo y acercarte a verlos…pero acercarte de verdad…

Odette y Tatiana no dejaban de tirar fotos… para mí fue una “prueba de fuego” porque ahí estaba yo, viendo algo que jamás había visto antes en mi vida sin poder inmortalizar el momento… fue bonito, divertido y salvaje. Menos mal que mis queridas “supremas” conociendo bien mi “mono por las cámaras” de vez en cuando me dejaban las suyas para que yo también pudiera plasmar cada momento. Es que son situaciones que jamás se volverán a repetir, puede que haya parecidas pero nunca serán iguales.

Tuvimos suerte de poder ver tantos animales… normalmente la gente no los ve. Más que nada porque los animales van a su ritmo y no puedes pedirles que justo a la “hora X” aparezcan de detrás de un árbol para que “el aventurero/a de turno” (¡aquí me incluyo yo!) pueda hacerle una foto. Así que fuimos afortunadas, muy afortunadas…ya podíamos volver a Maputo con la satisfacción de haber visto de cerca (muy de cerca) a "a vida selvagem".

A la mañana siguiente y antes de de volver a Mozambique decidimos visitar otras localidades cerca de donde estábamos, Manzini, Malandela y como no… ver los mercadillos de artesanía. Hay auténticas maravillas en madera, telas, y sobre todo velas… creo que nunca he visto velas tan bonitas ni originales como aquí… y es que Swazi es famosa también pos sus “Swazi candles”. Y todo esto siempre rodeada de campos verdes, cielos azules, buena compañía, aire limpio y como no la buena energía fluyendo allá donde íbamos.

En definitiva, un fin de semana tranquilo, rodeadas de naturaleza y con recuerdos que se quedarán fijos en mi mente… y es que Swazi es mucha Swazi…aunque no vimos todo (nos faltaron la visitas a las cascadas, ver las danzas tribales y la visita a otras zonas como Ezulwini Valley, Mbabane o Lobomba) nuestra pequeña escapada valió la pena, sobre todo para mí…estar en contacto con “mamá tierra” ha sido la mejor medicina para recuperarme de todos los estreses, tristezas y demás…

Periodista aventurera en tierras africanas

Periodista aventurera en tierras africanas

"Yo soy una parte de todo aquello que he encontrado en mi camino"

"Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza".
Lord Alfred Tennyson, Poeta Inglés ( 1809 - 1892)

NUCLEO DE ARTE: http://www.africaserver.nl/nucleo/port/inde

NUCLEO DE ARTE: http://www.africaserver.nl/nucleo/port/inde
Maputo, Moçambique
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Con que personajes me estoy encontrando...

Hay dos tipos de viajeros:
Los que van huyendo de algo y los que van buscando algo (sin contar los 'flipados de la vida' claro... esos sí que son unos personajes).
En este viaje me estoy encontrado con todo tipo de gente. Viajar de mochila sola es mucho mas divertido de lo que esperaba.


[Mi viaje en Mozambique
esta siendo toda una experiencia]

Mi viaje en Mozambique y Malawi... lo mejor de viajar por estas tierras lindas

  • Los desconocidos que se convierten en grandes amigos... encontrar gente con las mismas inquietudes y forma de ver la vida en los lugares menos esperados
  • Caminar, caminar, caminar por cualquier rincon de la ciudad o aldea por la que paso
  • Desayunar el musli casero del backpackers en BT
  • Conocer el proyecto de PAMET (Paper Making Education Trust) y charlar y reirme con las mujeres que forman parte de PAMET (www.pamet.org.mw)
  • Ir con mi vestido de capulana tanzaniana y encontrarme en una estacion de chapas a una mujer que lleva puesta la misma capulana!!!
  • Las noches de guitarra y cerveza entre maluies, indios, sudafricanos, cubanos, canadienses y libaneses.
  • Aprender chichewa (lengua de Malawi) en una gasolinera perdida en Luchenza mienstras espero a que me vengan a 'ayudar' desde Blantyre
  • La lluvia en Malawi
  • El sonido de los arboles de Mulanje
  • Las libelulas al atardecer desde el Monte Mulanje
  • Despertarme con el canto del gallo y los pajaros (no necesito despertadOr!)
  • Llorar de felicidad cada vez que la vida me regala un momento nuevo...
  • Entrar en un templo hinduista y charlar con los sacerdotes indios en el centro de la ciudad
  • Comer injera y doro wet... sentirme por unas horas en mi querida Ethiopia (saudades, saudades...!)
  • Encontrar un restaurante de comida ETIOPE en Blantyre... y hablar amarico con el duenho!!!!!!!!!!
  • Llegar hasta Blantyre (Malawi) en un chapa rodeada de sacos de maiz y hormigas voladoras
  • Llegar a la frontera con Malawi y cruzarla a pie bajo la lluvia
  • El viaje en camioneta por una carretera perdida de Gurue a Milange
  • Montar en el camion verde del Senhor Sacoor
  • Charlar con el Senhor Muana Sacoor
  • Relajarme en la cima de la cascada con el sonido del agua que corre...
  • Los caracoles de los caminos de tierra
  • El olor a lluvia entre bosques de bambu y eucalipto
  • Encontrar unas cascadas espectaculares despues de 3 horas de caminata de subida en una montanha (15km a pie!)
  • Conocer el proyecto del padre Ilario (PARABENS...!!!)
  • Perderme entre las plantaciones de te
  • Las montanhas de Gurue
  • Los pajaros a la entrada de Limoe
  • Reirme con los 'mocambico-cubanos' de Gurue
  • La llegada a Mutali
  • Encontrar y comer uvas en la mitad del mato
  • Disfrutar del espectacular paisaje de montanhas en Niassa
  • El viaje en tren de Nampula a Mutuali
  • Descansar en la 'estera-cama' de Mahari
  • Los chicles 'made in brazil'
  • Escuchar a Luck Dub en Caia
  • Sentir la brisa rozar mi cara a través de la pequeña ventana de machibombo
  • Pasear por la noche en la Isla bajo un manto de estrellas
  • Perseguir cangrejos por la playa
  • Descubrir playas paradisiacas
  • Navegar en dhow
  • Descubrir los rincones más insospechados de la Isla de Mozambique
  • Beber un buen vaso de zumo de mango helado
  • Dibujar 'caritas felices' en las yemas de los dedos de los crios con los que me encuentro
  • La hospitalidad de la gente (en todas partes...!!!)
  • compartir lo que tengo con mis 'compañeros de viaje' espontáneos
  • Escribir cuando se puede en el chapa en mi libreta de 3 meticais
  • Caminar entre manglares
  • Escuchar la selección de los 'greatest hits' de la música marrabenta compartiendo chapa con 32 personas más (sip, 33 personas en total embutidas como sardinas en un chapa de Maxixe a Inchopte)
  • Encontrarme con caras conocidas en los lugares más insospechadas (Helder, Valoy, Bavazana...que bom a gente curtio na praia!!!)
  • Los consejos de Gerald y 'Big F****Andy'
  • La amabilidad y hospitalidad de los moçambicanos con los que me voy encontrando (Obrigada Sr.Miguel, Augosto, Emilio, Mama Maria, Edilson....)
  • La brisa que entra por la pequeña ventana en el Nampula Express de Quelimane a Nampula
  • Cuando alguno de los pequeños que viajan en el chapa me tocan y acarician la cabeza
  • Beber 'savana' helada en la playa
  • Las serenatas en inglés, italiando, español, alemán y portugués del viejo João en la Mercado Central de Inhambane
  • Comer 'barracuda peixe' en el mercado del pueblo
  • Conocer gente... viajeros aventureros con mil experiencias que enriquecen mi mundo
  • Conversaciones sobre la vida alrededor de una hoguera en la playa con desconocidos que dejan de serlo
  • Charlar con las mamas, los pescadores, los niños de cada pueblo por el que paso
  • Un baño a media noche en el Océano Indico bajo un cielo estrellado
  • Caminar descalza