"ESCRIBIR SALE DEL ALMA"
Gabriel García Márquez".

"África es uno de los continentes más ricos del mundo en recursos minerales,  pero tiene a la gente más pobre del mundo". Y la más explotada, también. 
Southern Africa Resource Watch (SARW)

jueves, 25 de octubre de 2007

En la Universidad...

Son las once de la noche y mi móvil parece la central de telefónica… sms por aquí, llamada por allá…ha sido un día con mucho trabajo y mañana me espera más de lo mismo. Mi cuerpo está lleno de agujetas por la clase de capoeira y lo único que me apetece es meterme en la cama.
Antes de desconectar mi teléfono y desaparecer para todo el mundo recibo un último mensaje. Lucía, mi vecina del tercero me pregunta si quiero ir a la mañana siguiente a la universidad donde da clase. Su grupo de estudiantes quiere crear una revista en español y me interesa conocer más su proyecto. Me encanta la idea de que quieren crear un medio para expresar sus ideas, lo que piensan y su visión de este país.
A la mañana siguiente Lucía aparece por la oficina muy temprano. La clase empieza a las once y debemos de salir con tiempo. Cogemos un chapa (una especie de mini bus muy común aquí en Maputo que la gente utiliza para moverse por la ciudad) en la esquina de casa y marchamos rumbo a la UEM. Montar en chapa es como ir en una especie de discoteca móvil. La música a todo volumen y el chapa lleno de gente. Si la capacidad del chapa es para nueve personas perfectamente caben el doble o más. Por el módico precio de 5 meticais puedes moverte por la cidade sin problemas. Además si te toca un conductor con el síntoma del “cantante frustrado” el espectáculo está garantizado.
A mí me encanta coger los chapas, porque es estar con la gente normal y corriente. Es volver a la realidad y poner los pies en la tierra. Es ser consciente de que estás viviendo en una ciudad africana y que el lugar donde estoy no es precisamente un jardín de rosas. Para bien o para mal mi trabajo me obliga a moverme a otro nivel y un tipo de círculo determinado… a veces tengo la sensación de estar en un “burbuja”. Por eso agradezco y aprovecho cualquier oportunidad que tengo para salir de esta “burbuja” y mezclarme con la gente.
Cuando llegamos a la universidad, lo primero que vemos es la Facultad de Derecho. Un edificio en buen estado abarrotado de estudiantes que van con sus mochilas, apuntes y libros de clase en clase. Para llegar a la Facultad de Letras, la historia cambia. Debemos atravesar la Facultad de Derecho, salir del recinto, coger por una especie de camino de arena, atravesar un descampado lleno de piedras, tierra, yerbajos, basura durante unos diez minutos y por fín llegar al recinto de la facultad. Un par de edificios viejos, semiderruidos, algunos sin ventanas y un suelo de tierra son lo que conforman el campus.
Lucía se mueve como pez en el agua, saluda a todo el mundo y me lleva hacia su clase. Después de subir tres pisos (porque no hay ascensor) llegamos a la clase de español. Un cuarto del tamaño de mi habitación en Madrid, pupitres amontonados y una pizarra.
Poco a poco van llegando los estudiantes. Lucía me presenta y empezamos a hablar de todo…y sobre todo de la revista. Nos ponemos manos a la obra y elegimos un nombre, una línea de trabajo (aunque ellos ya lo tienen bastante adelantado) y les propongo el poder incluir algunos de sus artículos en el boletín que estoy diseñando para la AECI en Mozambique. Les gusta la idea y a mí me hace ilusión poder participar en la creación de un proyecto como el que tienen ellos y echarles un cable en lo que haga falta. Yo creo que de aquí pueden salir muchas historias… Por el momento se decide la fecha de presentación oficial y me piden que participe y diga unas palabras. Evidentemente acepto la propuesta.
La hora de la clase acaba y Lucía debe quedarse porque en media hora empieza con otro grupo. Mario, un joven moçambicano que tuvo la oportunidad de estar el mes de julio en Madrid estudiando español con una Beca de la AECI me acompaña para coger el chapa.
Volvemos a atravesar el descampado, los caminos de arena, el campo, la Facultad de Derecho y mientras hablamos sobre su experiencia en Madrid. El con un español perfecto y yo con mi portuñol que espero que mejore.
Cuando llego a mi oficina me doy cuenta del potencial que hay entre la gente de aquí… y que sólo falta que alguien lo descubra y le de una oportunidad para que empiece a brillar.
Todo el mundo merece tener una oportunidad.
Quizás algunos hemos sido más afortunados que otros y si alguno de nosotros puede poner su granito de arena para ayudar a los demás…¿por qué no hacerlo?

lunes, 22 de octubre de 2007

Concierto en Costa Do Sol

El día acaba y la noche comienza. Tras un mañana de churrasco en casa de Eduardo (un ejecutivo brasileño que lleva en Mozambique un año trabajando para una empresa privada de Sao Paulo), unas cuantas caipirinhas y unos bailecitos de salsa al ritmo de Buenavista Social Club el día parecía que iba a acabar siendo el típico domingo de barbacoa.

Pero una llamada al móvil de Katarina (la representante de la Cooperación Flamenca en Mozambique) cambió los planes.Mientras el resto de la gente se quedaba en la casa de Eduardo para ver la carrera de fórmula 1, Karuzo (un chico que es profesor en la Universidad Politécnica de Maputo), Katarina y yo decidíamos poner rumbo a una zona de la playa conocida como Costa do Sol para ir a una jam de jazz. El lugar: un restaurante muy famoso y tradicional de Maputo llamado igual que la zona, Costa do Sol.


Nada más salir de la urbanización donde vive Eduardo empezó la aventura… ninguno de los tres teníamos coche así que teníamos que buscar a alguien que nos llevara. Mientras Katarina localizaba a nuestro motorista, un viejo taxista moçambicano que nos iba a recoger para llevarnos al lugar, Karuzo llamaba por teléfono a un amigo suyo portugués para que se apuntara. Nuestro motorista nos decía que estaba cerca de donde estábamos y nosotros esperábamos y esperábamos. Pasaba el tiempo y él no aparecía. Mirábamos el reloj, tic, tac, tic, tac… los minutos pasaban y nosotros seguíamos en mitad de la carretera. Algunos coches paraban… no es normal ver a tres extranjeros en la mitad de la nada a las seis de la tarde cuando ya todo está oscuro (aquí a las seis ya es de noche). Cuando se daban cuenta que todo “estaba bien” y que no “necesitábamos de su ayuda” seguían su camino. Coches grandes, coches pequeños, bicicletas, camiones, chapas (una especie de minibuses y medio de transporte utilizado para moverse por la ciudad), más camiones con la música a tope y gente bebida cantando como loca… y he de decir que es toda una experiencia el estar tirado en medio de una carretera maputiense.


Parecía que estábamos metidos en una película de los hermanos Marx. Katarina llamaba al motorista, éste la volvía a llamar a ella y le aseguraba que estaba cerca. Karuzo por su parte no paraba de mandar sms a su amigo Pedro (el portugués) para que nos recogiera y la gente y coches del lugar no paraban de mirar… éramos la atracción del momento.


Cuando ya pensábamos que nos íbamos a quedar tirados allí, aparece nuestro querido motorista, despacio, relajado, calmado… en seguida me viene la mente el consejo que me dió un amigo sobre el concepto de tiempo africano. Respiramos hondo, nos miramos y decidimos reirnos de la situación. Subimos a taxi y nos ponemos rumbo hacia a Costa do Sol.


Al llegar a la entrada nos encontramos un parking lleno de coches y una música de fondo que nos encanta. En frente del restaurante, la playa, la brisa y la palmeras. Dentro… el arte, lo sutil, la esencia, el sentimiento y jazz.

Un percusionista, un guitarra, un bajista, un contrabajo, un batería y una joven cantante moçambicana nos deleitan con su música. Nos sentamos en una mesita a la entrada de la sala y empezamos a disfrutar de la noche.

Las cervezas y las coca-colas light van y vienen hasta que una música de ritmos afro-caribeños empieza a sonar. Yo no aguanto la tentación y salgo a bailar… es como si no pudiera controlar mi cuerpo. La música es pegadiza y el ambiente que nos rodea es único… cuando me doy cuenta… todo el mundo sale al escenario. Niños, mayores, jóvenes, blancos, negros… todos bailando los ritmos afrojazzeros.

Una noche de domingo original donde el tiempo se para, otra vez el tiempo africano


Realmente Costa do Sol es un lugar mágico, un lugar ideal en la costa de Maputo al más estilo años 60 pero que conserva la esencia de los lugares con historia.

Ginga de Maputo

Se llama Sete Dedos y no mide más de uno sesenta. Unas rastas finas y cortas hasta la barbilla y un cuerpo delgado pero fibroso…cuando sonríe se le ven todos los dientes tan blancos que contrastan con su piel preta. Siempre está sonriendo y tiene una paciencia…

Todavía no sé cuál es su verdadero nombre, porque todo el mundo le llama Sete Dedos y cuando pregunto a la gente porqué se llama así…nadie sabe la razón.

El primer día que le conocí, yo me encontraba a la puerta de una especie de “gimnasio” que está a cinco minutos de mi casa esperando que acabara una clase de aerobic. Una amiga me había comentado que en esa escuela daban clases de capoeria. En cuanto le vi acercarse hacia donde yo estaba, con un radiocasete del año de la pera y un niño pequeño de no más de 8 años pegado a él…supe que él era la persona a la que estaba buscando.

Una de las señoras de aerobic me dijo que él era el profe. Me acerqué, me presenté y Sete Dedos me empezó a explicar la historia de la capoeira.

La música “chunta-chunta” de la clase de aerobic acabó y las señoras medio sudadas y con todas sus carnes al descubierto empezaron a desalojar el gimnasio. Este “gimnasio” no tiene ventanas, por lo que no se percibe el olor a humanidad que en otro contexto estoy segura que sería fastidioso.

Sete Dedos enchufó el radiocasete y empezó a sonar la música de la capoeria… el pequeño que lo acompañaba empezó a dançar y dar volteretas. Los capoeristas empezaron a llegar y calentar. La clase iba a empezar.

Ni corta ni perezosa me uní al grupo… y la experiencia fue genial. Ahí estaba yo, rodeada de capoeristas moçambicanos, tratando de seguirles el ritmo, y con Dinho (el niño pequeño que siempre va con Sete Dedos) a mi lado… “supervisándome “ y “asegurándose” de que hacía bien los ejercicios. Ginga, esquiva, negativa… ginga, esquiva, negativa… ginga, esquiva, negativa…”. Los tres movimientos básicos de la capoeira.

No puedo describir lo que es dançar al ritmo del berimbau. Hay que vivirlo, sentirlo y dejarse llevar.

Pertenecer al grupo Ginga de Maputo (el nombre del grupo de capoeira que tiene su base en Pretoria, Sudáfrica) ha sido como un soplo de aire fresco en mi vida. Gente totalmente distinta, otro contexto.

Estoy feliz. Descubriendo y conociendo más este país…

besÖs para todos

Con los líderes y Chefes de Barrio en Manhiça

Son las seis de la mañana y la alarma de mi móvil no deja de sonar. A las siete salimos con el chofer hacia el municipio de Manhiça, una pequeña localidad a 80 km de la capital.

A las ocho de la mañana han sido convocados todos los líderes y Chefes de Barrio de Manhiça. la AECI en Mozambique y el MICOA (Ministerio para la Coordiación Ambiental) han organizando unos cursos de “Planeamiento Urbano”. La verdad es que no tengo ni idea de qué va a tratar el curso, qué tipo de gente irá y si me voy a enterar de algo… Es mi primera salida oficial a terreno y me siento como cuando estaba en el colegio y tenía que presentarme a un examen. Esa sensación en el estómago entre nervios y vacío… el día anterior la Coordinadora de Municipios me pasa un e-mail con unas líneas sobre qué va a tratar el curso… pero como me dice ella al final de su correo: “Mejor que lo veas tú… ya me entenderás…”. Amparo, mi compañera de piso viene también. Ella lleva uno de los proyectos en esta zona y debe asistir.


Las siete menos un minuto, y nuestro chofer, Joao Paulo (Jean Paul como le llamo yo) nos espera en el parking del Predio de la Cooperaçao (el edificio donde vivimos). Subimos rápidamente al coche y cogemos carretera rumbo a Manhiça.


Las afueras de Maputo están llenas de chabolas, no hay calles propiamente dichos y las mañanas son un hervidero de gente. Los niños están en la calle, juegan con viejos neumáticos de coche o con latas de coca-cola. Los más mayores que no sobrepasan los ocho años cuidan de los pequeños. Algunas niñas, llevan en sus pequeñas capulanas a la espalda a los más pequeños. Bebitos de no más de un año duermen, mientras sus cuidadoras juegan con piedras con un trozo de tela a modo de muñecas. Esos son sus juguetes y no van al colegio. Pero lo que veo no es una excepción, o algo típico de esa zona… desgraciadamente es lo normal y lo común en este país.


Respiro hondo (nunca pensé que las famosas respiraciones yóguicas de las que siempre me reía cuando iba a clase de yoga me fueran a servir tanto…) y sigo mirando a través del cristal. De fondo escuchamos la radio y Jean Paul me va explicando los lugares por los que vamos pasando. Yo sigo observando por la ventana.


Cuando dejamos atrás la capital lo único que hay a nuestro alrededor es campo. Carretera, tierra y algún que otro pueblecito. Al cabo de una hora por fín llegamos a Manhiça. La entrada al pueblo está asfaltada, me sorprende y Amparo me dice que sólo está asfaltada la calle principal. El resto de las calles son tierra. Cogemos una de estas calles y nos dirigimos al Conselhio Municipal (el Ayuntamiento) y allí unas cuarenta personas esperan en la puerta principal.

No tenía ni idea que hubiera tanta gente y cuando bajamos del coche todo el mundo nos mira. Sólo hay seis mujeres en este grupo de gente. El resto son hombres, jóvenes y mayores a la espera del comienzo del curso. Una de estas mujeres, una típica Mama Africana me mira y me sonríe. Saco mi cámara y le hago una foto a ella y a las dos mamas que están sentadas al lado.


Amparo entra en la sala donde va a tener lugar el curso y yo me quedo fuera observando, haciendo algunas fotos de la gente y charlando con los colegas de la Televisión Moçambicana que van a cubrir la inauguración de los cursos.


Como siempre… no empezamos a la hora…y hasta las nueve y cuarto no llegan los representantes para dar comienzo a la formación.


Y allí estoy yo, sentada, entre los líderes y Chefes de Barrio pendiente del traductor… porque la mayoría de los asistentes que están en la sala no hablan portugués, hablan un dialecto llamado rongó. Así que imaginaros, del rongó al portugués y del portugués al rongó. Cuando la gente se empieza a dormir (porque la charla es un poco pesada) el traductor, un abuelete muy simpático que me recuerda a Billy Cosby se pone a cantar o a aplaudir. Si, de repente en medio de la charla, hace una pausa, dice unas palabras en rongó y se pone a cantar y todos le siguen. Parece que esta es una manera para que la gente preste atención.


La piel se me pone de gallina y saco la cámara y grabo un mini video. Es algo surrealista, no sólo por el entorno, ni por la gente, ni por los contenidos (lo que se les está enseñando es como organizar las aldeas o pueblos, la estructura que deben de seguir cuando construyen sus casas, la importancia de respetar el espacio, el no edificar en medio de una vía de tren o cerca de una torre eléctrica o la importancia de crear una zona de letrinas lejos del área donde cocine la comunidad… cosas obvias para nosotros pero que para ellos es una novedad) sino por el hecho de que estoy asistiendo en un pueblo perdido al otro lado del mundo a un curso de “urbanismo”.


Cuando llega la hora de comer, nos vamos todo el grupo a una especie de “restaurante” de la calle principal. Coca-cola, arroz blanco y pollo es lo que nos tiene preparado. Nos sentamos en dos filas de mesas y es genial el poder compartir con todos ellos. Es gracioso ver cómo nos comunicamos, yo en mi portuñol, y ellos en rongó. Nos reimos y compartimos la comida, para mi es un honor.


A la vuelta nos dividen en grupos… ahora hay que trabajar en grupo y discutir y sacar las conclusiones comunes de lo que “hemos aprendido” por la mañana. Me uno al grupo de la mama africana, que me sonrió por la mañana. Ella es una mujer robusta, con gafas, pelo blanco y unas manos grandes y curtidas…esas manos seguro que si hablaran podrían contar muchas historias de campo. Viste con una capulana como falda y una camisa con una especie de pin con la bandera moçambicana. Debajo del pin, su cargo: Lider de mujeres del municipio de Manhiça. Durante la puesta en común es la que más habla, la veo muy comprometida con su comunidad y preocupada por aplicar los conocimientos y la información que nos han trasmitido. Me encanta…además trata de hablar en portugués para que entienda lo que dice.


La verdad es que para mí es toda una experiencia, yo también participo en el debate. Todos me escuchan atentamente y “escriben” (los que saben) mis observaciones. La mama africana me vuelve a sonreir.


El tiempo pasa y llega la hora de la puesta en común. Otro canto y más palmas. Parece que hemos acabado. Abraços, saludos y más fotos. Ellos, se suben a la parte trasera de un camión y yo me voy en busca de Jean Paul.



Khanimambo (gracias en rongó y changana)





miércoles, 10 de octubre de 2007

Ponta do Oro!






Finde Maputiense

Si alguien alguna vez me hubiera dicho que Maputo tenía vida nocturna, jamás lo hubiera creído... más que nada por la imagen que tenemos de Africa en general y de las capitales en estos continentes. Después de mi experiencia habesha, en la gran Abyssina (Etiopía) pensé que nada podría sorprenderme de esta ciudad pero cual lejos estaba de la realidad.
El fin de semana comenzó el viernes, cuando nos invitaron a Amparo (mi compañera de piso) y a mí a un concierto en el Centro Cultural Franco-Moçambicano. No teníamos ni idea de donde estaba, quién tocaba ni quiénes íbamos. A las nueve y media, Carlos (un compañero de trabajo gallego) nos esperaba en la puerta para llevarnos a lo que sería uno de los conciertos en directo más alucinantes a los que he ido. El estilo de música... ni lo sé describir porque era una mezcla de jazz, soul, musica africana, salsa... un tal Davy Sicard que nos dejó a todos con la boca abierta... dos horas y medio de concierto que hicieron bailar a todos los que estabamos presentes. Este hombre, musicalmente hablando es como un hibrido entre Tracy Chapman, Ben Harper e Ismael Lo... un músico con talento que brilla con luz propia.
Después del concierto llego la hora de socializar: moçambicanos, austriacos, portugueses, brasileñs, japoneses, finlandeses, americanos, franceses... una "mini torre de babel" en un remoto lugar del mundo. Todos con sus historias y todos con espíritu aventurero. Unas cervezas, risas y para casa. Al día siguiente a las seis de la mañna madrugábamos para ir a Inhaca, un isla paradisiaca a tres horas en barco de la costa de Maputo.
Pero un sms a las tantas de la madrugada cancelaba la salida... el mal tiempo y la lluvia echaban todo para atras. Porque parezca verdad o no (otro topico que cae), aqui llueve mucho y hace frio en epoca de "veraõ" como dicen aqui. Así que pasamos la mañana durmiendo y organizando la casa. Por la tarde, otro sms para quedar, esa noche hay plan: conocer la vida nocturna de la ciudad. Empezamos en el Cafe-bar de un centro cultural de ambiente moçambicano, un cafe y dos tés, musica en directo y confesiones de tres desconocidas que tratabamos de dejar de serlo: Raquel, una portuguesa que lleva afincada en Maputo algo más de un año trabajando para una empresa de importación, Amparo, una Ingeniera de Obras que llevará proyectos en dos municipios a las afueras de la ciudad y una servidora, periodista aventurera con ganas de vivir experiencias nuevas y escribir "historias con sentido".
Despues cambio de lugar, íbamos al Gil Vicente, uno de los bares de jazz con mas tradición y famosos de la ciudad. En el escenario una voz de una mujer dejaba sin respiracion a los asistentes. El bar lleno de gente y los gin tonic y la cerveza empezaban a aparecer en nuestras manos. Fin del concierto y suben nuevos musicos... el protagonista un pequeño bajista de no más de doce años, a las tantas de la noche cantando y tocando como un autentico profesional. Eso sólo se ve aquí...este pequeño artista si estuviera en Europa seguro que sería un estrella con todas las de la ley.. talento, mucho talento y su voz nos anima a bailar. Rodeadas de desconocidos y al mismo tiempo hablando con todo el mundo... eso es "a vida" como diría un rastafari que se ha pegado a nosotras. Más gin tonic y cerveza y decidimos cambiar de lugar.
Cogemos carretera y nos vamos a la zona conocida aquí como Costa del Sol... en frente de la playa la discoteca más "chic" de Maputo... sólo la gente con pasta puede permitirse el pagar 300 meticais, unos 9 euros al cambio, poco dinero para nosotros y mucho para ellos. A la entrada... un armario 4 x 4 nos pone un sello en la mano y empieza la fiesta. Bajamos las escaleras del Lounge (asi se llama el sitio) y entramos en otra dimension. Musica techno y house al más estilo europeo que no tiene nada que envidar a ninguna discoteca de moda madrileña, gente guapa y mucho baile. Seguimos con el gin tonic y decidimos explorar el lugar. Una puerta acristalada nos lleva a una piscina-terraza que une el Lounge con el Coconuts, una discoteca al aire libre al mas estilo Ibiza. Ritmos de funky, regge, hip hop y musica africana hacen vibrar el lugar. No cabe ni un alma, otro armario 4x4 nos recibe en esta discoteca al aire libre, nos pasa una luz neon por la mano para ver el sello y nos deja pasar. Ahi nos dejamos llevar...bailar, bailar y bailar... y cuando nos cansamos cambiamos de lugar... asi toda la noche hasta que de repente en el Lounge y bailando al ritmo mas housero conocemos a los "chicos de la isla". Un madrileño y un pamplonense que llevan meses viviendo en una isla privada al norte del pais: Tambuzi Island. Ciudadanos del mundo, locos del buceo, el surf y la aventura se unen a nosotras para pasar la noche más divertida desde que llegamos. No miramos el reloj, el tiempo pasa, ya es de día y todavia estamos dançando.
Un amanecer, el sol, la playa y decidimos volver a casa. Los tacones hacen mella y el cansancio se apodera de nosotras. La noche termina y el día empieza...y aunque nosotras nos marchamos la fiesta maputiense continúa... esto es "a vida em Maputo"

domingo, 7 de octubre de 2007

Bem-vinda a Moçambique!


Recién llegada a Moçambique me decido a darle vida a este blog para escribir sobre mi vida en este país. Antes de viajar había escuchado mil historias buenas y malas sobre Maputo, la capital moçambicana donde viviré los próximos nueve meses. Nada más llegar, más historas buenas y malas. Al final una conclusión: vivir, senitir y experimentar mis propias historias aqui.
Sin olvidar el consejo que me dio un aventurero afortunado sobre el tiempo: " Nosotros tenemos reloj, pero ellos poseen el Tiempo". Ya he podido comprobar lo sabio de esta frase... a pesar de todo creo que seguiré llevando puesto mi reloj y respetaré su tiempo.
besÖs para todos

Periodista aventurera en tierras africanas

Periodista aventurera en tierras africanas

"Yo soy una parte de todo aquello que he encontrado en mi camino"

"Nunca será tarde para buscar un mundo mejor y más nuevo, si en el empeño ponemos coraje y esperanza".
Lord Alfred Tennyson, Poeta Inglés ( 1809 - 1892)

NUCLEO DE ARTE: http://www.africaserver.nl/nucleo/port/inde

NUCLEO DE ARTE: http://www.africaserver.nl/nucleo/port/inde
Maputo, Moçambique
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Con que personajes me estoy encontrando...

Hay dos tipos de viajeros:
Los que van huyendo de algo y los que van buscando algo (sin contar los 'flipados de la vida' claro... esos sí que son unos personajes).
En este viaje me estoy encontrado con todo tipo de gente. Viajar de mochila sola es mucho mas divertido de lo que esperaba.


[Mi viaje en Mozambique
esta siendo toda una experiencia]

Mi viaje en Mozambique y Malawi... lo mejor de viajar por estas tierras lindas

  • Los desconocidos que se convierten en grandes amigos... encontrar gente con las mismas inquietudes y forma de ver la vida en los lugares menos esperados
  • Caminar, caminar, caminar por cualquier rincon de la ciudad o aldea por la que paso
  • Desayunar el musli casero del backpackers en BT
  • Conocer el proyecto de PAMET (Paper Making Education Trust) y charlar y reirme con las mujeres que forman parte de PAMET (www.pamet.org.mw)
  • Ir con mi vestido de capulana tanzaniana y encontrarme en una estacion de chapas a una mujer que lleva puesta la misma capulana!!!
  • Las noches de guitarra y cerveza entre maluies, indios, sudafricanos, cubanos, canadienses y libaneses.
  • Aprender chichewa (lengua de Malawi) en una gasolinera perdida en Luchenza mienstras espero a que me vengan a 'ayudar' desde Blantyre
  • La lluvia en Malawi
  • El sonido de los arboles de Mulanje
  • Las libelulas al atardecer desde el Monte Mulanje
  • Despertarme con el canto del gallo y los pajaros (no necesito despertadOr!)
  • Llorar de felicidad cada vez que la vida me regala un momento nuevo...
  • Entrar en un templo hinduista y charlar con los sacerdotes indios en el centro de la ciudad
  • Comer injera y doro wet... sentirme por unas horas en mi querida Ethiopia (saudades, saudades...!)
  • Encontrar un restaurante de comida ETIOPE en Blantyre... y hablar amarico con el duenho!!!!!!!!!!
  • Llegar hasta Blantyre (Malawi) en un chapa rodeada de sacos de maiz y hormigas voladoras
  • Llegar a la frontera con Malawi y cruzarla a pie bajo la lluvia
  • El viaje en camioneta por una carretera perdida de Gurue a Milange
  • Montar en el camion verde del Senhor Sacoor
  • Charlar con el Senhor Muana Sacoor
  • Relajarme en la cima de la cascada con el sonido del agua que corre...
  • Los caracoles de los caminos de tierra
  • El olor a lluvia entre bosques de bambu y eucalipto
  • Encontrar unas cascadas espectaculares despues de 3 horas de caminata de subida en una montanha (15km a pie!)
  • Conocer el proyecto del padre Ilario (PARABENS...!!!)
  • Perderme entre las plantaciones de te
  • Las montanhas de Gurue
  • Los pajaros a la entrada de Limoe
  • Reirme con los 'mocambico-cubanos' de Gurue
  • La llegada a Mutali
  • Encontrar y comer uvas en la mitad del mato
  • Disfrutar del espectacular paisaje de montanhas en Niassa
  • El viaje en tren de Nampula a Mutuali
  • Descansar en la 'estera-cama' de Mahari
  • Los chicles 'made in brazil'
  • Escuchar a Luck Dub en Caia
  • Sentir la brisa rozar mi cara a través de la pequeña ventana de machibombo
  • Pasear por la noche en la Isla bajo un manto de estrellas
  • Perseguir cangrejos por la playa
  • Descubrir playas paradisiacas
  • Navegar en dhow
  • Descubrir los rincones más insospechados de la Isla de Mozambique
  • Beber un buen vaso de zumo de mango helado
  • Dibujar 'caritas felices' en las yemas de los dedos de los crios con los que me encuentro
  • La hospitalidad de la gente (en todas partes...!!!)
  • compartir lo que tengo con mis 'compañeros de viaje' espontáneos
  • Escribir cuando se puede en el chapa en mi libreta de 3 meticais
  • Caminar entre manglares
  • Escuchar la selección de los 'greatest hits' de la música marrabenta compartiendo chapa con 32 personas más (sip, 33 personas en total embutidas como sardinas en un chapa de Maxixe a Inchopte)
  • Encontrarme con caras conocidas en los lugares más insospechadas (Helder, Valoy, Bavazana...que bom a gente curtio na praia!!!)
  • Los consejos de Gerald y 'Big F****Andy'
  • La amabilidad y hospitalidad de los moçambicanos con los que me voy encontrando (Obrigada Sr.Miguel, Augosto, Emilio, Mama Maria, Edilson....)
  • La brisa que entra por la pequeña ventana en el Nampula Express de Quelimane a Nampula
  • Cuando alguno de los pequeños que viajan en el chapa me tocan y acarician la cabeza
  • Beber 'savana' helada en la playa
  • Las serenatas en inglés, italiando, español, alemán y portugués del viejo João en la Mercado Central de Inhambane
  • Comer 'barracuda peixe' en el mercado del pueblo
  • Conocer gente... viajeros aventureros con mil experiencias que enriquecen mi mundo
  • Conversaciones sobre la vida alrededor de una hoguera en la playa con desconocidos que dejan de serlo
  • Charlar con las mamas, los pescadores, los niños de cada pueblo por el que paso
  • Un baño a media noche en el Océano Indico bajo un cielo estrellado
  • Caminar descalza