Llevaba varias semanas preparando esta escapada aprovechando el puente...por fín iba a poder conocer una pequeña isla perdida en el medio del Océano Indico llamada Tambuzi Island. El viaje parecía sencillo: Avión de Maputo a Pemba (cuatro horas de viaje parando en Beira y Nampula antes de llegar a Pemba), en el aeropuerto un motorista (un conductor) nos llevaría rumbo al norte hasta llegar a Mocimboa da Praia (un pueblecito pesquero) durante cinco horas por carreteras moçambicanas y de allí en dhow (una especie de barco de vela) hasta llegar a la isla paradisiaca.
Pero esta aventura dio un giro de 180 grados y lo que pretendía ser una aventura hacia una maravillosa isla paradisiaca acabó convirtiéndose en "viaje a Pemba".
Cualquier persona que haya viajado alguna vez por África... o en este caso por Moçambique sabe de lo que hablo. Aquí no se pueden hacer planes... porque los planes al final NUNCA FUNCIONAN... y lo que hoy es blanco, mañana es azul y pasado es verde...
Nuestro viaje comenzó el miércoles, a las seis de la mañana había quedado con mis amigas y compañeras de viaje Tatiana y Odette. Nuestro vuelo salía a las siete y media debíamos estar en pronto en el aeropuerto. Llegamos en diez minutos desde mi casa y nada hacía presagiar lo que vendría después. Facturamos y embarcamos sin problemas (previo pago de las tasas de viaje) y nuestra primera parada fue Beira (si, el avión es como un autobús, hace paradas en otras ciudades para recoger/bajar pasajeros).
Nos hicieron salir a todos del avión, esperar veinte minutos y volver a embarcar. A todo esto imaginaros a todos los pasajeros caminando por la pista tan normales (si, aquí el pasajero camina del avión hasta las salas del aeropuerto atravesando como no la pista de aterrizaje).
Subimos otra vez y yo tenía a un señor muy pesado que no dejaba de preguntarme que "a dónde iba, qué hacía, en qué trabajaba, si estaba de vacaciones, cómo me llamaba... " y aunque no le contestaba y me hacía la dormida para no hablar con él, este hombre seguía insistiendo. Mis amigas se reían... claro... ellas no tenían al ¡"abuelete" dando la lata! El caso es que después de aguantar las cuatro horas de viaje con la conversación sin sentido del "abuelete moçambicano", saliendo y entrando del avión y atravesando las distintas pistas de aterrizaje de los aeropuertos de Maputo, Beira y Nampula por fín llegamos a nuestro primer destino: Pemba
Nada más salir del avión y como no, atravesar la pista hasta llegar a la sala de equipajes bajo un calor que no os podéis imaginar (peor que en Maputo) recibo un sms del motorista que nos iba a llevar para decirnos que no viene... le llamo y le pregunto que si va a venir más tarde y resulta que el hombre nos dá plantón, no viene... imaginaros nuestra cara, tiradas en el aeropuerto de Pemba, en una ciudad desconocida y que no pretendíamos visitar. ¿¿Cómo íbamos a llegar a nuestro segundo destino?? En Mocimboa estaba todo preparado y estaban a la espera de nuestra llegada.
En seguida me puse a llamar a todo el mundo que conocía y afortunadamente en Pemba tengo buenos amigos que en seguida respondieron. Pero todos decían lo mismo... para ir a Mocimboa o vas en coche privado o en el único machimombo (una especie de autobus algo más grande que las famosas chapas que se utilizan aquí como transporte público) que sale de madrugada. Sólo salen una vez al día y si queríamos cogerlo debíamos esperar hasta el día siguiente para apanhar los billetes del machimbombo.
Buscar un motorista a esas horas era ya imposible. Nadie conocía a nadie y en la única agencia de viajes de Pemba nos cobraban 400 dólares sólo por llegar allí... una pasta contando que por 200 meticais (unos seis euros) el machimbombo nos llevaba a nuestro siguiente destino. Buscar otro dhown o barco de pescadores que luego nos llevara a la isla (ya habíamos perdido el que nos habían organizado) y en fin... improvisar sobre la marcha fue una prueba de paciencia, control de nervios y templanza.
Fanou y Viola nos "adoptaron" esa noche en su casa. Esta pareja de amigos que trabajan para Médicos del Mundo en unos proyectos de HIV/SIDA fueron nuestros ángeles de la guarda. Nos dejaron las llaves de su casa y nosotras esa tarde decidimos aprovechar para disfrutar de la playa. Pemba es famosa por su bahía (está entre las tres mejores del mundo) y también por su famosa playa: Wimbe. No podíamos hacer nada y decidimos ver el lado positivo de todo, aunque perdiéramos un día todavía podíamos viajar al día siguiente.
A la madrugada siguiente estábamos en pie a las tres de la mañana... a las cuatro salía nuestro machibombo a Mocimboa da Praia y no podíamos permitirnos el lujo de perder un día más. Álvaro, nuestro anfritión de la isla ya había organizado otro barco que nos llevara cuando llegáramos a este pequeño pueblo pesquero.
El caso es que después de cuatro horas de viaje, entre todo tipo de olores, gente y paisajes nuestro machibombo decidió "morir" en medio en una aldea perdida del Moçambique más profundo... era como una película. Nos quedamos tiradas en el medio de la nada. Cuando digo "medio de la nada" me refiero en el "medio de la nada"...no había nada de nada, ni agua, ni puestecillos callejeros (ya no digo tiendas porque eso ya es un lujo aquí en África), ni vendedores ambulantes, ni electricidad, el móvil no tenía cobertura... así que ahí estábamos nosotras y las cuarenta personas más que viajaban el el machibombo, debajo de uno de los pocos árboles que había haciendo sombra y a la espera de que desde Pemba llegara el mecánico de urgencia.
Durante todo el tiempo que estuvimos tirados nos alimentamos a base de mangos (lo único que pudimos conseguir) y yo volví a poner en práctica mis "respiraciones yóguicas" porque era una situación subrealista. No podía creer lo que estaba pasando... a todo esto nosotras éramos la "atracción" de las gentes del lugar... no todos los días se queda tirada un machibombo con tres locas viajeras adictas a los mangos. Porque para seguir en mi línea de buen rollo y positivismos, había que tratar de sacar lo bueno de la situación. Los mangos estaban buenísimosssssss.
Los minutos pasaban y se convertían en horas y el mecánico no aparecía... cuando le preguntábamos al conductor del machibombo, nos respondía sin prisa y con calma que "ya había llamado" y que ya el mecánico de urgencia que venía desde Pemba ya estaba de camino... pero aquí el tiempo como ya he mencionado en otras historias de este blog tiene otro sentido.
Y las horas seguían pasando y nosotras seguíamos tiradas sin poder hacer nada... El tiempo se nos echaba encima. Ya era jueves y desde donde estábamos (ni siquiera tenía nombre la aldea) nos quedaban siete horas hasta llegar a Mocimboa. Eso siginificaba que hasta el viernes en la madrugadano estaríamos llegando a Tambuzi pero el mismo viernes por la noche tendríamos que coger otro barco/dhow de vuelta a Mocimboa para coger el sábado a la madrugada otro machibombo para volver a Pemba. El domingo a medio día cogíamos el avión a Maputo.... demasiado complicado... Y por votación popular y democrática entre mis amigas y yo decidimos muy, muy, muy a mi pesar volver para Pemba.
Tanto mis amigas como yo no nos podíamos permitir el lujo de perder el vuelvo el domingo... porque si llevábamos dos días para viajar... no queríamos imaginar cómo sería la vuelta... y más con el tiempo tan justo con el que contábamos... y creo que la razón del "tiempo" pesó más que otra cosa... "donhos do tempo" (¿verdad Álvaro?... yo después de esto he decidido no usar reloj nunca mais en estos lugares).
La gente del autobús no entendía lo que estábamos haciendo... "que é o que pasa mamá?" me preguntaban (aquí es bastante común que los moçambicanos se dirijan a la persona con la que hablan llamándola papá o mamá según sea hombre o mujer). Después de la larga espera llegó el mecánico. Le preguntamos si nos podía dar boleia (si nos podía llevar en su coche) hasta Pemba y se negó. Así que hablamos con el conductor que nos llevaba a Mocimboa para que parara el primer machibombo en sentido contrario que volviera para a la ciudad. Y así lo hizo. Después de dejar la "aldea perdida" y seguir por la vieja carretera en dirección Mocimboa el conductor del machibombo paró otra vez en el medio de la nada a otro machibombo e hicimos "el cambiazo" (estas cosas sólo pasan por estas tierras!).
Así que ahí estábamos las tres despidiéndonos de medio "autobús" y dando la vuelta para la pequeña ciudad de Pemba. La siguiente cuestión era otra: ¿y ahora qué hacemos? sin conocer la ciudad y como única referencia Fanou y Viola volví a llamarles en cuanto tuve cobertura y pedirles que nos "adoptaran" en su casa hasta el domingo, porque nos quedaban dos días más antes de volver a Maputo.
Como era de esperar, nos aceptaron encantados y nosotras decididimos coger la guía que teníamos y tratar de sacar el mejor partido a la situación.
Aquella noche ya teníamos planeado lo que íbamos a hacer y al final nuestra aventura por tierras del norte no fue tan catastrófica como parecía que iba a acabar. Para empezar no nos volvimos a quedar tiradas en ninguna carretara, no tuvimos que volver a recurrir a ningún tipo de transporte público local (ni chapas ni machibombos), nos hicimos amigas de un taxista (llamado Alegre) que nos llevó y nos trajo cuando Fanou y Viola no podían darnos boleia y sobre todo teníamos un techo donde dormir esos días.
Después sólo fueron cosas buenas, hicimos buceo (buceo de verdad, con los trajes de neopreno, las botellas de oxígeno) con el viejo Peter. Un sudafricano que lleva 16 años en Pemba y más de cincuenta en el mundo del buceo. Le conocimos en la playa de Wimbe y fue genial. La sensación de estar en pleno fondo viendo todo tipo de peces de colores, estrellas de mar, corales y demás bichos acuáticos es indescriptible. Pasamos el día en esta playa, tomando zumos de piña natural con alguna caipirinha que otra entre medias. Comidas y cenas en el Nautilus, el 556, Dolphin Wimbe... visitas a mercadillos como el de Nitite y lo mejor de todo vino el sábado por la tarde porque Fanou y Viola tenían organizada una acampada en la playa.
El lugar era un pueblo perdido de la costa llamado Murrabué. Fue increíble. Una playa solitaria, bajo un cielo estrellado maravilloso que parecía pintado a mano, nuestras tiendas de campañas, el océando índico de fondo y nosotras disfrutando del momento. Y el domingo por la mañana estábamos de vuelta en casa de mis amigos listas para coger el avión de vuelta a casa.
La pena con la que me quedé (aunque disfruté de Pemba, mis amigos, de la playa y la acampada) es no haber podido llegar a lo que era nuestro destino de verdad... Tambuzi Island. Después de recorrer 3000 km de avión fue algo frustante pero si me pongo a filosofar sobre la situación:
Si se complicó todo, quizás no era el momento de ir... pero eso no significa que no vuelva a intentarlo. Esta vez con más tiempo y sin prisas. Así que como dije, a partir de ahora yo ya no uso reloj (excepto para ocasiones concretas) y siempre seguiré viendo lo bueno y positivo que me enseña la vida... sobre todo por estas tierras.
*Y a ese chico maravilloso y aventurero que se lo curró para que pudiéramos ir:
Mil gräcias por todo, sé que lo tenías todo preparado para nuestra llegada pero no pudo ser esta vez. Seguro que hacer buceo en el océano índico con el viejo Peter no es lo mismo que hacer buceo contigo... seguro que la langosta que tenías preparada estaba mucho mejor que los "peixes bola" que comimos en Wimbe... seguro que las estrellas que se ven en Murrebué no son las mismas que desde Tambuzi... seguro que el vino y el ron no saben igual en tierra firme que en una isla como la tuya... en definitiva...como te dije, me quedo con las ganas de conocer Tambuzi. Tú y yo somos igual de positivos, locos aventureros y vemos la vida de forma muy parecida. Esta vez no fue, pero estoy segura que la próxima vez sí que será... ¿¿si todavía está en pie la invitación...?? De todas maneras como ya te dije... sigo en Maputo.*
Mil gräcias por todo, sé que lo tenías todo preparado para nuestra llegada pero no pudo ser esta vez. Seguro que hacer buceo en el océano índico con el viejo Peter no es lo mismo que hacer buceo contigo... seguro que la langosta que tenías preparada estaba mucho mejor que los "peixes bola" que comimos en Wimbe... seguro que las estrellas que se ven en Murrebué no son las mismas que desde Tambuzi... seguro que el vino y el ron no saben igual en tierra firme que en una isla como la tuya... en definitiva...como te dije, me quedo con las ganas de conocer Tambuzi. Tú y yo somos igual de positivos, locos aventureros y vemos la vida de forma muy parecida. Esta vez no fue, pero estoy segura que la próxima vez sí que será... ¿¿si todavía está en pie la invitación...?? De todas maneras como ya te dije... sigo en Maputo.*
10 comentarios:
Me alegra que lo pasaras bien y puedierais disfrutar de la playa. Ademas pudisteis pasar tiempo con Fanou y Violla.
Que aventura!!!! lo bueno es ver que todo tiene su lado positivo.
Nos vemos pronto
Que aventura chica! Lo bueno que pudiste disfrutar to estancia en Pemba y disfrutar a los amigos. Siempre es importante ver lo positivo de toda situacion.
Un besazo!
Bueno que esto no me dajaba enviarte el mensaje...y por eso aprecio anonimo...
Besotes!
Aiiiiii.... que aventura maravilhosa Sandrinha! E você como sempre sabendo apreciar o lado positivo dos descaminhos da vida :). Acho que ainda faltaram as maria caipirinhas para chegar até Tambuzi, por isso hemos de tentar fazer esta viagem novamente ;)!
Te adoro fofa do coração!!! E vou sentir a sua falta neste mês de férias!
Siento que no pudiérais llegar a la "isla", sé que te hacía ilusión, pero ¡vaya aventurita...! Ni Pérez Reverte ni Kapuscinski la hubieran descrito mejor.
Mucha suerte y sigue disfrutando (ya queda menos para estar con tu family...) Feliz Navidad
Ey Sandra! leer tus aventuras en Mozambique hace que la vida cotidiana de Madrid se sienta un poco mas pesada... asi que tu disfruta y aprende mucho. un beso
Si es que leer tú blog es mejor que leer cualquier guía que hable de África...¡menuda aventurita! y seguro que te has quedado corta...
Bueno pequeña, sigue escribiendo que aquí tienes un club de fans deseosos de seguir sabiendo de tí.
Por cierto...FELIZ NAVIDAD :)
Un beso fuerte,
Pedrooooooooooooooooooooo
¡¡Pero qué buen rollo me da leeros a mí también!!
gräcias a todos como siempre por dedicarme unos minutos de vuestro tiempo...
mil besÖs y abrazÖs
Como diría Jesulin de Ubrique...en dos palabras: im-presionante. Que viaje!!! ni que hubiera ido yo!!!pero la moraleja es clara: el tiempo es siempre relativo...pero en Mozambique mas! y como ya ha dicho mas gente, hay que sacar lo positivo de todo lo que nos pasa...Y en eso eres la mejor Sandrinha!!!
Por cierto, que si ya no vas a usar mas el reloj, como decias...pues me lo mandas, que ya sabes que me gusta mucho...jaja!!!
Besos
Sandra, qué cosas te pasan. Me encanta leer tu blog. Recuerdame que cuando vuelvas me tengo que ir contigo una semana de vacaciones. Seguro que tú las haces emocionantes.
Un beso, te queremos
Rosa y Rita
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