
Hay un antes y un después. Hay ciclos que se abren y otros que se cierran. Eso lo he aprendido muy bien aquí en Moçambique. Ha llegado la época de las despedidas y las bienvenidas. De golpe en unas semanas mucha gente que quiero terminó su ciclo en este país (el trabajo, investigaciones, etc) y han vuelto a sus respectivos países. Por el contrario otra tanda de gente nueva ha llegado a esta ciudad. Se nota, llenos de ilusiones, con mucha energía, abiertos para conocer al máximo esta cultura, estas costumbres, los rincones más perdidos. Las cosas son así, no hay otra.
A gente va, a gente chega... Mi mejor amiga de Mozambique es una brasileña a la que adoro. Con Steph vivo, he trabajado y he visto cómo en estos meses aquí en Maputo se ha superado poco a poco. Ella es una de las personas que ha acabado su ciclo aquí. Y antes de acabar no podía irse sin saber si un proyecto que ella misma ha visto nacer realmente salía adelante. Y entre este ir y venir mi mejor amiga de toda la vida de España llegó por fin a estas tierras. No llegó sola, Moisés, también estaba con ella. Siento como si llevaran aquí toda la vida. Con ellos, con los tres estoy compartiendo, desubriendo y conociendo este país. Estamos viviendo y sintiendo "mi vida en Mozambique". Este país tiene muchas cosas buenas y preciosas por conocer. Pero también tiene una realidad que no se puede ignorar. Países de contrastes, país de utopías.

Como buena anfitriona les he llevado a ver la ciudad, lo turístico, lo bonito... y como buena "afitriona concienciada" también les he llevado a ver lo menos bonito, la realidad, lo que está fuera de la "burbuja turística". Ayer viajamos a la localidad de
Boquisso, para visitar un proyecto educativo de una pequeña ONG moçambicana.
Boquisso está a una hora en coche a las afueras de Maputo. En chapa la primera vez que fuimos Steph y yo tardamos casi 5 horas. El camino no es fácil, nosotras tuvimos que coger tres
chapas y el resto del camino hacerlo andando.
Esta vez la cosa era distinto. Íbamos en el coche de Sergio. Los cinco expectantes de cómo iba a ser este día. No queríamos imaginar nada, no queríamos hacernos expectativas, no queríamos ir con "ideas preconcebidas...", estábamos abiertos para ver lo que fuera. Nos gustara o no nos gustara... íbamos a conocer la realidad de esta pequeña
Boquisso. Nada más llegar los organizadores y representantes de AMAC nos recibieron de forma cariñosa e ilusionados porque "lo habíamos conseguido". Habíamos llegado a esta aldea perdida que ni siquiera aparece en los mapas. Quizás no esperaban que llegáramos hasta allí. Y eso fue lo que les hizo más feliz. En seguida nos llevaron a un pequeño cuarto y nos dieron una camiseta y una gorra de la organización como las que llevaban ellos. Nosotros encantados con la bienvenida y felices de ser tratados como ellos. Sin diferencias e iguales ante un nuevo proyecto.

La pequeña ONG que visitábamos se llama AMAC (Asociaçao Moçambicana de Amigos da Criança) y estaba celebrando que había conseguido una pequeña subvención para la escuelita. Ese dinero significa material escolar, uniformes, crear un taller de costura y otro de carpintería para los niños y adolescentes de Boquisso y redes mosquiteras. Para mí ha sido tan importante estar en este momento de inauguración y celebración. Después de mi "crisis de fe en la cooperación" esto me ha devuelto la confianza. Realmente la cooperación la hacen las personas y esto es el mejor ejemplo de todo.
A continuación nos dirigimos a conocer el terreno, visitar dónde se iba a construir un pequeño campo de fútbol para los niños. Dónde iba a estar el centro de formación de costura y carpintería. Ver
in situ el material escolar, las redes mosquiteras y los uniformes que se iban a dar a los 160 niños de esta escuelita de esta pequeña localidad. Y valió la pena. Ana y Moisés estaban impresionados con esta primera experiencia. Creo que no lo esperaban. Steph, Sergio y yo aunque ya conocíamos el proyecto, no podíamos dejar de evitar sentirnos abrumados con los "millones" de sentimientos que recorrían nuestro corazón en esos instantes. El corazón a mil por hora. El proyecto
Crescer para Moçambique, una realidad.

Salían niños de todas partes, todos con sus sonrisas, con sus pies descalzos y con esas miradas que te llenan por dentro, esos ojos que se te clavan cual afilados cuchillos de hoja fina. No hay palabras para explicar, escribir o describir lo que una persona siente cada vez que se recibe una de estas miradas. Algunos niños nos cogían de la mano y nos sonreían. Otros simplemente nos observaban. Otros nos tocaban y salían corriendo (muchos de estos niños nunca han visto a una persona blanca). Éramos la novedad. Caminando por caminos de tierra, bajo un sol abrasador como es de imaginar, muertos de sed pero nadie se quejaba. El momento que estábamos viviendo era único. Creo que todo el mundo, tanto niños como adultos éramos conscientes de la importancia de esos instantes. Sé que esto es un antes y un después en esta localidad. Los niños felices estrenando uniforme. Muchos de ellos sólo tienen una camisa, unos pantalones y ya está. A veces no pueden ir al colegio porque la única ropa que tienen está "lavada"... así que esto no era una simple inauguración, sino que ha sido mucho más. Yo como periodista, captando cada detalle y emocionada cada vez que veía la cara de felicidad de los peques con sus uniformes o con sus mosquiteras. Los niños siempre atentos a las palabras de los profesores y colaboradores de AMAC.

De un momento a otro todos nos dirigimos a una de las clases de la escuela para escuchar las palabras de los organizadores. Palabras sencillas, pero claras y directas para concienciar a todos los presentes y sobre todo a los niños de la importancia de ir a la escuela y sobre todo, la importancia de
cuidarse contra el SIDA y la malaria.
Estos niños no tienen más de diez años y saben que el SIDA y la malaria matan. Desgraciadamente todos conocen a alguien o tienen algún familiar con alguna de estas enfermedades. Es su día a día y por eso cuando se habla con ellos de esto se hace de forma tan directa y sin tapujos. Es irónico comparar como una niñez según el país o continente donde hayas nacido puede condicionar tanto las "esperanzas de futuro". Mientras que en Europa con diez años muchos niños se preocupan por las "zapatillas deportivas o la consola de videojuegos X", "las clases de fútbol o el viaje a X lugar" aquí con diez años estos niños son "mini adultos". Muchos trabajan en el campo, cuidan de sus hermanos menores, llevan una casa y además ven morir a gente de SIDA o malaria. Y ellos mismos deben cuidarse de estas "montruos" que los acechan día a día. En la escuela no sólo se aprende a leer o a escribir, también se aprende a "defenderse" o tomar precauciones de los grandes males que forman parte de su vida. Porque es así, es su pan de cada día.

¿Y qué significa entonces la escuela para ellos? Pues significa formación y un futuro. "
Vocês querem ser ministras e ministros... querem ser doutoras e doutores?" les preguntaba un representante de AMAC. Ellos sin dudarlo respondían que sí. No pude evitar emocionarme y soñar en un futuro, donde estos pequeños y estas pequeñas eran médicos, ministras, profesores... Creo que en ese momento nunca he deseado con tanta fuerza tener una "varita mágica", convertirme en una "hada madrina" y hacer estos sueños realidad al instante. Me puse a pensar que estos sueños de estos niños sí que son posibles de conseguir. Si hay organizaciones como AMAC quizas no sea tan imposible. A largo plazo esto es una esperanza de futuro. Yo tengo fe que en que esto no sólo es un sueño, sino que se convierta en una realidad. ¿Qué es difícil y complicado...? nadie dijo que fuera fácil. ¿Qué hay mil historias, contratiempos y obstáculos?. Sí es verdad. ¿Pero quién dice que se imposible? nadie puede decir que sea imposible. Difícil si, imposible no. Para mí este proyecto,
Crescer para Moçambique, significa esperanza. Es una oportunidad para estos pequeños, un proyecto de futuro y "Crecer en Mozambique". Ha sido tan significativo compartir este momento con Steph, Ana y Moisés... y lo más importante es que los protagonistas de esta historia, los niños de
Boquisso son y serán los protagonistas de un nuevo proyecto futuro. Para ellos va dedicada esta entrada de blog. Son y han sido los que a todos nosotros nos han hecho poner los pies en la tierra. Son y han sido los pequeños seres a los que estamos agradecidos: por su cariño, por sus miradas, por sus historias, por su tenacidad ante la vida, por su fuerza de voluntad, por su trabajo, por su ejemplo de lucha... por todo. Otra lección, otro aprendizaje. Todos aprendimos algo de ellos. Nadie se fue indiferente. Estoy segura de que lo que ellos nos han aportado a nosotros ha sido muchísimo más, de lo que nosotros a ellos. No tiene precio. Nos observaban y los observábamos... y por mi mente una imagen, todos estos peques y la esperanza de un futuro.