Mientras desayunábamos en el rústico comedor del “Cetuka Complex” un joven vino a buscarnos diciendo que conocía a “alguien” que podría darnos boleia para Coubé. Nosotros ya habíamos descartado ese destino pero decidimos hablar con el tipo que ofrecía su coche (previo pago por supuesto) para que nos llevara a Metangula. Allí pasaríamos la noche y el viernes por la mañana iríamos a Lichinga. Odette y yo decidimos ir a hablar con el tipo y negociar el precio que nos iba a cobrar, porque estando como estábamos y sin chapa la única opción era pagar a un particular.
Un abuelete con pinta de mafioso se ofreció a llevarnos donde quisiéramos. Tenía un 4x$ pick-up y podía llevarnos a los seis. Después e negociar el precio quedamos con él a medio día para empezar nuestro camino de vuelta.
Pasamos nuestra última mañana en esa “playa improvisada” del lago, “mundialmente” conocida como Chiwanga Beach. Y haciendo balance de esos días en esta pequeña aldea. Estábamos solos y desconectados del mundo. Aunque las condiciones higiénicas no había sido muy allá (no teníamos agua corriente, las habitaciones estaba llenas de bichos y nos aseábamos con un cubo de agua que cogíamos del lago a base de “cacitos”) el haber tenido la oportunidad de disfrutar la pequeña aldea y la gente como lo hicimos compensaba todas las “incomodidades” experimentadas.
A la una de la tarde teníamos al abuelete, un viejo funcionario del gobierno según nos contó, con su pick-up en la puerta del Cetuka listo para recogernos. Así que entre baches y vaivenes llegamos a Metangula en busca de posada. Sólo había tres conocidas (evidentemente ninguna de las que aparecía en nuestras obsoletas guías de viaje). Después de visitar enterarnos que la “mejor” estaba completa por los obreros que estaban trabajando en la nueva carretera y sin más opción de la de una “posada-antro” peor que el Cetuka Complex, decidimos volver directamente para Lichinga. En Metangula además no había acceso al lago fácilmente y no había nada que ver. Así que después de pasear por el mercado, comprar más capulanas made in Tanzania y ser la atracción del pueblo (la gente venía y se nos quedaba mirando como si fuéramos unos marcianos llegados del espacio) pusimos rumbo a la capital de provincia, Lichinga.
Decidimos ir a una guest-house llamada “Quinta Capricornio” recomendada en nuestras guías de viaje. Cuando llegamos ya no existía, habían cambiado de dueños y ahora se llama “Quinta Pessegueiro”. Estaba entre una especie de bosque y estaba formada por unas cabañas muy rústicas cuidadas por o senhor David. El empleado que se encarcaba del mantenimiento-cocina-seguridad y “relaciones públicas”. En una casa con capacidad de cuatro personas nos metimos los seis. Esta Quinta estaba muy descuidada. No tenía electricidad y tampoco agua corriente. Nosotros estábamos tan cansados, en el medio de la nada otra vez y con nuestro abuelete con prisas porque tenía que volver a Chiwanga que otra vez y bajo votación decidimos quedarnos allí.
O senhor David, es un moçambicano de unos cuarenta y tantos y natural de Maputo. Vive sólo en esta Quinta y vivió durante tres años en Sudáfrica trabajando en las minas. Ahora, por circunstancias de la vida se encontraba en Lichinga, trabajando a tiempo completo en el sentido literal de la palabra en esta quinta abandonada a las afueras de
Como llegamos de “sorpresa” (no sé muy bien cuando fue la última vez que había llegado gente para alojarse en la Quinta) no tenía nada preparado. Ni siquiera comida, pero eso sí, nos ofrecía vino y cerveza mientras llamaba a su patrao para que trajera algo de comida para
Esa noche la luna estaba llena, el cielo en la Quinta parecía de película y a pesar del frío (si, aunque parezca extraño hacía mucho frío) seguimos con nuestras charlas filosóficas y nos fuimos a la cama.
A la mañana siguiente ninguno de nosotros había dormido bien, la incomodidad de las camas (entre que las maderas estaban rotas, ¿verdad Odette?, el frío y los bichos) ninguno había pegado ojo. Decidimos conocer Lichinga y buscar hotel, posada para la última noche.
O senhor David fue un cielo con nosotros, este hombre me recordaba al típico músico cubano que te puedes encontrar en alguna de las calles de
Da gusto conocer gente tan hospitalaria, sobre todo si son tan divertidos como o senhor David.
Además le encantaba hacerse fotos con nosotros, beber cerveza MANICA y ginebra de “aquella marcha del señor del gorro” como decía él que era muy buena (evidentemente, nosotros le compramos un tetrabrick de esa ginebra que tanto le gustaba). Cuando le dijimos que no íbamos a dormir esta noche en la Quinta lo entendió y nos ayudó a encontrar una posada en el centro de
Esta vez sin retrasos, bajo la eterna luz de las velas y con el la fría brisa de la Quinta de fondo.
2 comentarios:
relmente la luna esos dias era increible!!
Bueno, tomo nota de tus aventuras y a ver como me va a mi por esas tierras a finales de mayo, ok?
por cierto... no quisiera parecer quisquilloso pero luego de "IV" viene "V"...
jahrrrrrrrrrrrrr... captado, captado... es que eso de escribir 5 entradas de golpe no te creas que es tan fácil (me refiero a lo de los pequeños detalles) pero bueno, ya estás tú para "dar el visto bueno" de todo ;P
Nuestra Steph ya está de vuelta (y ha dejado su comment en una de las entradas :D)y estamos organizando el finde.
Nos actualizamos :)
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