El día estaba nublado y antes de llegar a nuestro primer destino, Lichinga debíamos hacer como no, parada obligatoria en Beira y Nampula. Un viaje en avión de cuatro horas, que al final por retraso en la salida de Maputo se hizo un poco más largo de lo previsto. La lluvia nos acompañaba y mi pobre amiga Ana estaba “traumatizada”. Había dejado los cielos grises y el mal tiempo de Madrid en busca del sol africano, y se había encontrado con cielos nublados y mucha lluvia. Pero como yo le decía
A media mañana ya estábamos en Lichinga. Un aeropuerto pequeño, rudimentario y algo caótico, pero habíamos llegado. Después de negociar con dos taxistas nos dirigimos directamente al mercado de
En cuanto llegamos al mercado y salimos del taxi, no sé ni cuándo ni cómo acabamos en lo que nosotros pensábamos era un chapa local y resultó ser una camioneta “ilegal” que a parte de transportar mercancias también transportaba personas (de eso nos enteramos cuando nos paró la policia en la carretera y estuvimos esperano un buen rato a que nuestro "conductor" negociara con ellos y pudiéramos seguir nuestro camin).
Lo mejor de todo fue esperar casi una hora para salir. A todo esto nosotros sentaditos y con un pasando un calor indescriptible. Bajo un cielo gris y con mucho calor Ana y Horten decidieron ir a buscar agua. Como si de la Ley de Murphy se tratara... no habían pasado ni dos minutos y al conductor de la camioneta le dio por arrancar. ¿Os podéis imaginar la escena? Nosotros desde la parte de atrás gritando que parara y el tío acelerando como alma que lleva el diablo por todo el mercado. Cuando se dio cuenta de los gritos (me imagino que con la música a todo volumen en la cabina del conductor no se había dado cuenta) paró. Retrocedió de nuevo y empezó a pitar como un loco por en medio de la calle que cruza el mercado. Después volvía a parar, aceleraba, arrancaba y volvía a pitar. Uno de sus “ayudantes” se acercó a la parte trasera donde estábamos nosotros y nos dijo que teníamos que salir y que “las que faltaban” podían “apanhar otro chapa”.
Lo que no sabía este “ayudante” es que Ana y Horten habían bajado del camión con lo puesto y el dinero justo para comprar agua. Ni documentación, ni mochilas... a parte del hecho de que era la primera vez para las dos que viajaban a Mozambique, la primera vez en una “capital de provincia moçambicana” y no hablaban nada de portugués y por supuesto cualquiera de los dialectos... ¿¿cómo os íbamos a ir dejándolas tiradas?? Era lo que se me pasaba por
Me quedé con Odette y el resto de viajeros que iban en el camión esperando. Y por fín aparecieron... de repente cuatro mulungus con paso acelerado abriéndose camino entre
3 comentarios:
Sandra, menuda historia la del camion. Ahora es divertido leerlo pero me imagino que en su momento no lo pasasteis muy bien. Menos mal que todo salio bien... otra experiencia mas para añadir a tu larga lista de anecdotas.
Me gusta tu blog Sandra. Me llamo Cristina y vivo en Madrid. El verano pasado estuve en Beira trabajando y tengo otra visión de Mozambique.
Me gusta leerte para cambiarla poco a poco...
¿sigues alli?
Aloha Cristina
Pues sigo por estas tierras... he estado unos meses un poco "fuera de escena" (aunque he estado aquí en Maputo) pero bueno... ahora otra vez estoy dando señales de vida y con muchas ganas de actualizar mi blOg. Gracias por tú visita!
besÖs
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